El Marañón se encuentra por estos tiempos más desorganizado y vulnerable que nunca. Es fácil observar cómo, en repetidas oportunidades, el beneficio individual se ha superpuesto al de la comunidad, del distrito o del mismo Marañón; y es que en el Marañón hoy por hoy se juega sucio. Esto, el Estado lo sabe.Ese mismo Estado que nunca se preocupó por los reales intereses ni las necesidades de la región; pero que ahora, a través de PERUPETRO, se esmera en formar y vender un nuevo lote petrolero entre el Chámbira y Lisboa, en la margen izquierda del Marañón pues la derecha es reserva. ¿Se ha establecido entonces algún tipo de consulta? ¿Se han preocupado en generar algún tipo de información para o sobre los involucrados?  La respuesta es la misma negativa que ya casi no genera desconciertos.

No obstante lo que sí se difunde es que la parroquia de la zona así como cualquier otra entidad adversa solo protestan y se oponen al próximo proyecto por pura despreocupación o necedad pues: “ellos no necesitan trabajar” “ellos viven bien” “A ellos poco les interesa el desarrollo de los pueblos”. Como ya lo dije el juego sucio impera y su gran punta de lanza es el dinero, el mismo dinero que se abarata, que se rebaja, que se reduce a su mínima expresión pero que aun así convence y persuade a un pueblo necesitado y por demás mal informado.

Para muestra el botón de San Gabriel Petrolera, que en el 2009 por utilizar territorio de la región otorgó un generador honda y 100 metros de cable… ¿Es esto suficiente? Cuando se hacen trochas para la sísmica se arrasa con plantas medicinales, árboles y espanta también a los animales ¿Qué precio puede tener esto? ¿Es acaso parte de un real proyecto de desarrollo? Hasta donde se ha podido observar nadie ha logrado salir  de la pobreza con solo tres meses de trabajo, y menos aun si este trabajo consiste en hacer trochas y machetear. Evidentemente los otros puestos estuvieron desde siempre “reservados” para los profesionales venidos del extranjero o la capital. Con todo esto resulta inquietante pensar en cuánto más se perjudicará a la región con los ya periódicos derrames petroleros de los que finalmente nadie se ocupa. Es triste saber todo lo que se puede comprar con algo de dinero y otro tanto de falsedad.