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Lorenzetti y sus Alegorías de Gobierno

Publicado: 2011-07-02

“Salvo el poder todo es ilusión”, decía Lenin y tenía razón; la política real –realpolitik– es esencialmente la lucha por el poder. Sin embargo, la conquista del poder es sólo la mitad del recorrido. ¿Qué se debe hacer después?, ¿cómo se debe proceder?, ¿como es un buen gobierno? y –más importante aún– ¿como es un mal gobierno?. Definir esta dualidad en estado puro ha sido desde siempre un tema medular, y es que resulta imprescindible como guía referencial para establecer el marco de acción de todo gobierno. En la edad media –aproximadamente en 1337– Ambrogio Lorenzetti, un talentoso pintor de Siena, se enfrentó a este reto con un éxito rotundo, consiguiendo plasmar en una serie de frescos las imágenes alegóricas referidas al buen y mal gobierno. Estas representaciones han sido capaces de trascender el tiempo y el espacio, quedando impregnadas en la memoria de los gobernados y también –quizás su mayor logro– en la retina de los gobernantes. Estas alegorías son consideradas obras maestras del arte pre-renacentista y han conseguido mantener vigente la lección hasta nuestros días.

Alegoría del Buen Gobierno

Al mirar el fresco de izquierda a derecha notamos, en primer lugar, a una dama de gran tamaño, es la representación de la Justicia (lleva unos platillos en equilibrio constante). Esta dama mira hacia arriba como buscando a la Sabiduría (retratada con un libro en el brazo) que, situada justo sobre su cabeza, pareciera guiar sus decisiones. Debajo de la Justicia (la dama de los platillos) encontramos a la Concordia, quien se encuentra retratada ex profeso a la altura de los 24 concejales de la ciudad, representando así una necesaria cercanía con ellos. A la derecha del fresco, encontramos al Gobernador (el personaje más grande de todos) rodeado por una corte que personifica atribuciones que Lorenzetti considera inherentes al buen gobierno: la Paciencia (vestida de blanco, cómodamente recostada), la Prudencia (quién se encuentra con un escudo y un cuchillo), la Ponderación (cautela), la Magnanimidad (que parece brindar todo lo que posee en ese momento al gobernante), la Templanza (con un reloj de arena que la aleja siempre de los excesos) y la Justicia (con una espada apoyada sobre la cabeza de un tirano, lleva en la otra mano la corona del decapitado). En la parte inferior derecha del fresco se encuentran unos personajes maniatados quienes son conducidos por soldados armados para ser juzgados por este gobernante y su corte. En esta escena está magistralmente representado el monopolio de la violencia, atribución imprescindible para un gobierno eficiente, por más bueno y ejemplar que este sea.

Alegoría del Mal Gobierno

Aquí el Tirano ocupa el lugar central, se encuentra representado con colmillos y ostenta una cornamenta que lo asemeja a la imagen consensuada del diablo. A sus pies descansa un macho cabrío, animal que para el imaginario medieval está asociado a ritos profanos. Por encima del Tirano se encuentran tres personajes que parecen guiar sus decisiones soberanas: a la izquierda, una anciana Avaricia; al centro, la Soberbia también cornuda; a la derecha,  la Vanagloria (¿el ego colosal?), quien se mira en un espejo eternamente. A los pies del tirano yace una justicia inerte (al parecer, arrastrada por un lacayo) cuyos platillos están desperdigados por el suelo. A los costados del tirano encontramos sólo personajes nefastos: asentados a su izquierda están la Crueldad (quien lleva un recién nacido en brazos), la Traición (con un ser mitad cordero, mitad lagarto en el regazo) y, finalmente, el Fraude representado con alas de murciélago. A la derecha del tirano vemos a una representación enigmática, un ser con patas de caballo y torso humano, hasta aquí parece un centauro (ser mitológico que representa la fuerza animal sumada a la racionalidad humana) pero sólo hasta aquí, ya que este personaje lleva una cabeza animal. A la derecha de esa inefable representación vemos al Furor (la ira exaltada) y a la derecha de este, finalmente, aparece la Envidia en una posición de ataque eterna.

Como habrás notado, “La Alegoría del Buen Gobierno” de Lorenzetti adorna el encabezado de este blog. Sin embargo, motivado por los balances y contrapesos propios de un buen gobierno moderno –y por lo limitado del encuadre que nos ofrece La Mula por default–, tuve que cercenar la cabeza del Soberano para que pudieran entrar así, cómodamente en “la foto”, los 24 concejales de la ciudad; después de todo, son los personajes que representan directamente los intereses de los ciudadanos. Las alegorías de Lorenzetti siguen vigentes, continúan sirviendo como marco referencial para analizar a la gestión pública. Si las usáramos como marco para calificar la gestión de este segundo gobierno aprista que termina este mes –julio del 2011–, ¿a cuál fresco crees que se ha asemejado más la gestión encabezada por Alan García?, ¿que políticos vienen a tu mente a raíz de estas alegorías?.


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Lima, Hora Cero

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